Por: Rafael Fernández Jiménez
Ensayo sobre la ceguera es
una novela escrita por el portugués José Saramago en la que una extraña
epidemia azota a todo un país, una especie de “ceguera blanca” que se extiende
rápidamente por toda la población, causando el caos en esta y llevándola a una
desenfrenada lucha por la supervivencia, en la que los protagonistas se dejarán
llevar por sus más bajos instintos.
En
primer lugar, quisiera decir (y aunque a más de uno le entren ganas de mandarme
al infierno por esto) que me parece un título sobrevalorado. Y no, no lo criticaré por criterios estilísticos tales
como eliminar los signos de interrogación o puntos y comas, por no separar los
diálogos de los personajes o porque los personajes no tengan nombre. Lo
criticaré simple y llanamente porque me pareció un tostón. Vale que la idea del
libro esté bien, vale que el lector pueda sacar conclusiones interesantes del
argumento; pero su prosa densa y llena de cultismos innecesarios hace la
lectura un tanto pedante y tediosa. Es la primera obra de Saramago que leo, así
que tampoco puedo hablar con mucho conocimiento; pero en fin, diría que Ensayo sobre la ceguera es uno de
aquellos libros que muchos engrandecen, pero que la mitad no lo han leído. De
aquellos que da mucho gusto y regocijo tener en nuestras estanterías, pero que
muy pocos tendrían la osadía de leer entero.
Me
vendieron a Saramago como un agitador de conciencias. No sé qué conciencias se
podrían agitar si (al menos en lo que refiere a mi experiencia personal)
terminas el libro por mero orgullo personal y no para disfrute propio.
¡Deseando estaba de acabarlo! Vale, sí, se puede reflexionar acerca de cómo el
miedo transforma al ser humano. Se puede sentir desprecio por como el Estado
encierra a los primeros ciegos afectados por la epidemia en un manicomio,
puédase sentir desprecio por los cobardes soldados que disparan al ciego herido
solo por pedir ayuda, desprecio por todo el ser humano en general que, tras
verse amenazados ante una desoladora tragedia como el brote de ceguera, no
dudará en echarse al más puro sentimiento individualista e insolidario que
tiene ciertos símiles en la sociedad actual. Y por supuesto, uno no puede
evitar conmoverse con los actos de bondad de una mujer con el niño estrábico
que echa de menos a su madre, o con los actos de valentía de la esposa del
médico (la única mujer vidente en el manicomio), como se enfrenta a la banda de violadores y como consigue comida
para todos los ciegos una vez fuera del manicomio, estando la ciudad en un
completo caos. Y claro, al ver estas acciones valerosas y en cierto modo
“altruistas” (ya que la mujer del médico podría vivir perfectamente ella sola
ya que aún posee la capacidad de ver, no
tiene por qué ayudar a una pandilla de ciegos desamparados), nos damos cuenta
de que el mundo no necesita grandes héroes al más puro estilo del cine
americano, si no pequeñas heroínas como esta mujer, que ayuda a su prójimo en
la medida en la que es posible; y que si todos fuésemos un poco como esta, el
mundo podría ser un poquito mejor. Y efectivamente, la sociedad actual se
parece un poco a la que describe Saramago, una sociedad sin escrúpulos en la
que ha aflorado el más puro sentimiento individualista, vemos a nuestro
semejante como un mero medio para conseguir nuestros fines personales y no como
una persona como nosotros a la que podemos aportar algo y ella también a
nosotros. Van desapareciendo los principios éticos y morales y aquella persona
que nos saludaba hace dos días y no dudaba en “hacerte la pelota”, hoy pasará
por tu lado y no te mirará a la cara. Parece mentira que en plena época de las
nuevas tecnologías y de las redes sociales podamos estar más incomunicados que
nunca.
Ahora
bien, todo lo anterior, lo reflexiono, en cierto modo, por “obligación”. Porque
este libro no es de aquellos que me han causado una reflexión instantánea, de
aquellos que tienes que parar de leer para asimilar ciertos párrafos e incluso
filosofar lo que quieren decir estos. Las reflexiones anteriores en cierto modo
las estoy forzando para escribir una reseña, pero no afloraron de mí en el
instante en que las leía. Pienso que Saramago tuvo una gran idea con Ensayo sobre la ceguera, pero que su
lenguaje plagado de pedantería y cultismos innecesarios impide ver el mensaje
que esconde este libro. No es como títulos otros títulos los cuales me causaron
una gran impresión desde el primer momento, ya sea de índole política y social
como 1984 de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury; o filosófica, como La muerte de Iván Ilich o Demian de Lev Tolstói y Hermann Hesse,
respectivamente.
Y
no quiero terminar sin comentar el final. Pienso que Saramago se quedó completamente
en blanco. ¡Si, como los personajes de su libro! (definitivamente, no creo que
me pueda ganar la vida como humorista). Pone una solución digna de ser tildada
de mágica: la ceguera desaparece instantáneamente. Parece ser que al Premio
Nobel portugués no le convenía seguir escribiendo.
En
conclusión, pienso que es una obra sobrevalorada, pero no por ello deja de ser,
en cierto modo, un libro interesante por las similitudes que se pueden
encontrar con la sociedad actual. Quizás sea el único que piense esto y merezca
el infierno literario por criticar una de los supuestos textos imprescindibles
de la narrativa contemporánea, pero quizás lo que haga bonito el mundo (aunque
sea un poco) es que se pueda discutir acerca de cualquier cosa, siempre desde
el respeto.
Y no se que pensaras ahora, año largo de transitar una pandemia de verdad, a lo mejor recordaste ésta novela muchas veces y cambiaste de opinión, o por el contrario se hicieron mas fuertes.
ResponderEliminarPero bueno, seria tu opinión, respetable, pero...
Autor sobrevalorado ? En serio?