lunes, 9 de febrero de 2015

¿Cuántos ciegos hacen falta para hacer una ceguera?

Por: Rafael Fernández Jiménez


         Ensayo sobre la ceguera es una novela escrita por el portugués José Saramago en la que una extraña epidemia azota a todo un país, una especie de “ceguera blanca” que se extiende rápidamente por toda la población, causando el caos en esta y llevándola a una desenfrenada lucha por la supervivencia, en la que los protagonistas se dejarán llevar por sus más bajos instintos.

            En primer lugar, quisiera decir (y aunque a más de uno le entren ganas de mandarme al infierno por esto) que me parece un título sobrevalorado. Y no, no lo criticaré por criterios estilísticos tales como eliminar los signos de interrogación o puntos y comas, por no separar los diálogos de los personajes o porque los personajes no tengan nombre. Lo criticaré simple y llanamente porque me pareció un tostón. Vale que la idea del libro esté bien, vale que el lector pueda sacar conclusiones interesantes del argumento; pero su prosa densa y llena de cultismos innecesarios hace la lectura un tanto pedante y tediosa. Es la primera obra de Saramago que leo, así que tampoco puedo hablar con mucho conocimiento; pero en fin, diría que Ensayo sobre la ceguera es uno de aquellos libros que muchos engrandecen, pero que la mitad no lo han leído. De aquellos que da mucho gusto y regocijo tener en nuestras estanterías, pero que muy pocos tendrían la osadía de leer entero.

            Me vendieron a Saramago como un agitador de conciencias. No sé qué conciencias se podrían agitar si (al menos en lo que refiere a mi experiencia personal) terminas el libro por mero orgullo personal y no para disfrute propio. ¡Deseando estaba de acabarlo! Vale, sí, se puede reflexionar acerca de cómo el miedo transforma al ser humano. Se puede sentir desprecio por como el Estado encierra a los primeros ciegos afectados por la epidemia en un manicomio, puédase sentir desprecio por los cobardes soldados que disparan al ciego herido solo por pedir ayuda, desprecio por todo el ser humano en general que, tras verse amenazados ante una desoladora tragedia como el brote de ceguera, no dudará en echarse al más puro sentimiento individualista e insolidario que tiene ciertos símiles en la sociedad actual. Y por supuesto, uno no puede evitar conmoverse con los actos de bondad de una mujer con el niño estrábico que echa de menos a su madre, o con los actos de valentía de la esposa del médico (la única mujer vidente en el manicomio), como se enfrenta a  la banda de violadores y como consigue comida para todos los ciegos una vez fuera del manicomio, estando la ciudad en un completo caos. Y claro, al ver estas acciones valerosas y en cierto modo “altruistas” (ya que la mujer del médico podría vivir perfectamente ella sola ya que aún  posee la capacidad de ver, no tiene por qué ayudar a una pandilla de ciegos desamparados), nos damos cuenta de que el mundo no necesita grandes héroes al más puro estilo del cine americano, si no pequeñas heroínas como esta mujer, que ayuda a su prójimo en la medida en la que es posible; y que si todos fuésemos un poco como esta, el mundo podría ser un poquito mejor. Y efectivamente, la sociedad actual se parece un poco a la que describe Saramago, una sociedad sin escrúpulos en la que ha aflorado el más puro sentimiento individualista, vemos a nuestro semejante como un mero medio para conseguir nuestros fines personales y no como una persona como nosotros a la que podemos aportar algo y ella también a nosotros. Van desapareciendo los principios éticos y morales y aquella persona que nos saludaba hace dos días y no dudaba en “hacerte la pelota”, hoy pasará por tu lado y no te mirará a la cara. Parece mentira que en plena época de las nuevas tecnologías y de las redes sociales podamos estar más incomunicados que nunca.

            Ahora bien, todo lo anterior, lo reflexiono, en cierto modo, por “obligación”. Porque este libro no es de aquellos que me han causado una reflexión instantánea, de aquellos que tienes que parar de leer para asimilar ciertos párrafos e incluso filosofar lo que quieren decir estos. Las reflexiones anteriores en cierto modo las estoy forzando para escribir una reseña, pero no afloraron de mí en el instante en que las leía. Pienso que Saramago tuvo una gran idea con Ensayo sobre la ceguera, pero que su lenguaje plagado de pedantería y cultismos innecesarios impide ver el mensaje que esconde este libro. No es como títulos otros títulos los cuales me causaron una gran impresión desde el primer momento, ya sea de índole política y social como 1984  de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury; o filosófica, como La muerte de Iván Ilich o Demian de Lev Tolstói y Hermann Hesse, respectivamente.

            Y no quiero terminar sin comentar el final. Pienso que Saramago se quedó completamente en blanco. ¡Si, como los personajes de su libro! (definitivamente, no creo que me pueda ganar la vida como humorista). Pone una solución digna de ser tildada de mágica: la ceguera desaparece instantáneamente. Parece ser que al Premio Nobel portugués no le convenía seguir escribiendo.

            En conclusión, pienso que es una obra sobrevalorada, pero no por ello deja de ser, en cierto modo, un libro interesante por las similitudes que se pueden encontrar con la sociedad actual. Quizás sea el único que piense esto y merezca el infierno literario por criticar una de los supuestos textos imprescindibles de la narrativa contemporánea, pero quizás lo que haga bonito el mundo (aunque sea un poco) es que se pueda discutir acerca de cualquier cosa, siempre desde el respeto.



1 comentario:

  1. Y no se que pensaras ahora, año largo de transitar una pandemia de verdad, a lo mejor recordaste ésta novela muchas veces y cambiaste de opinión, o por el contrario se hicieron mas fuertes.
    Pero bueno, seria tu opinión, respetable, pero...
    Autor sobrevalorado ? En serio?

    ResponderEliminar