lunes, 19 de enero de 2015

Sonata a Kreutzer, el amor, los celos... y Schopenhauer

   Por: Rafael Fernández Jiménez. 1°AC                            
                 

            Sonata a Kreutzer es un relato o novela corta escrita por Lev Tolstói en el siglo XIX, en la que narra como Pózdnyshev, el protagonista, le cuenta a un pasajero de su mismo tren los motivos que le impulsaron a matar a su mujer.

            Si tuviese que escoger una palabra para describir este relato, elegiría “demoledora”. Tolstói no se anda con rodeos, es claro, conciso y directo; no le hace falta añadir adornos innecesarios y cultismos exacerbados para llamar la atención del lector desde el primer momento.

            Tolstói, con esta obra, reflexiona, y nos hace reflexionar (al menos a mí) sobre temas como el amor, los celos, el matrimonio y el sentido de este último.

            El protagonista, es un hombre que no cree en el amor. En efecto, cree que tanto este como el matrimonio son una especie de “autoengaño”. Yo no sé si Tolstói conoció a Schopenhauer, pero Pózdnyshev parece una especie de “reencarnación” o “álter ego” del pesimista alemán. Al menos en cuanto al tema del amor se refiere, teniendo ambos un pensamiento muy parecido. Schopenhauer decía que el amor es una trampa que puede acabar con el odio mutuo, hasta el punto de llegar a matar a tu pareja. Podría decirse que, Pózdnysehv es un claro ejemplo de la teoría de Schopenhauer.

            La evolución psicológica del asesino es curiosa cuando menos. Primero “cree” estar enamorado, considera a su prometida como la perfección absoluta, y se propone ser fiel a ella. Pero estaba terriblemente ciego. Su relación era plenamente “carnal”, no “espiritual”, apenas hablaban. Y así les fue. Tras la luna de miel comienzan los problemas, las discusiones… contratiempos que solucionaban “comportándose como cerdos”. Y llegan los hijos, y con ellos, aún más problemas. Este “loco enamorado” empieza a odiarla, y ella también a él; un sentimiento claramente recíproco. Y entonces,  llegó el detonante de tan trágico final, llegó el supuesto amante, un músico semi-profesional de poca monta. Los celos se intensifican aún más. Esto es lo que más me llama la atención. ¿Tener celos por alguien a quien odias? Pues sí, porque, aunque la odiase, era suya, era una mera posesión. Y pese a que la música, esa Sonata a Kreutzer de Beethoven le hiciese sentir emociones nuevas y le transladase a un estado sentimental que “no le correspondía”; al volver de su viaje y encontrar a su mujer con aquel músico, no pudo evitar matarla. Y tras matarla ya se dio cuenta de lo que había hecho, y de su gravedad.

            No sé qué quería decir Tolstói con esta obra. Si solamente quería criticar la “vida de depravados” de la sociedad rusa de la época, pero creía posible la institución del matrimonio basándote no solo en lo meramente carnal; o por lo contrario, pensaba como el ya citado Schopenhauer, que el amor no es más que una mera trampa de nuestros instintos para continuar la especioe. Sinceramente, creo que Tólstoi era más de esta última opinión, ya que en un párrafo, Pozdnyshev propone como ideal la abstinencia sexual generalizada y el poder ser felices nosotros mismos sin caer en la trampa del amor, a pesar de la extinción de la especie, suceso sin importancia ya que, según él, la Humanidad ya habría cumplido su objetivo final. El amor, entonces, no sería más que un obstáculo para alcanzar este ideal propuesto por el asesino.


            No me voy a “mojar” (hablando coloquialmente) sobre cuál es mi ideal, ya que soy muy joven cómo para poder dar una opinión sobre tal cuestión, e intentar sacar una conclusión ahora mismo sería un procedimiento nada empirista, pero si quisiera decir que Sonata a Kreutzer es una lectura intensa que dejará buen sabor de boca.

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