lunes, 19 de enero de 2015

¿Fue Ray Bradbury un profeta?

Por: Rafael Fernández Jiménez 

         
                                                        "Era un placer quemar..."

                   Fahrenheit 451 es una novela de ciencia ficción distópica, en la que se describe un mundo en el que, paradójicamente, los bomberos no tienen que apagar incendios, sino provocarlos para quemar libros, ya que en dicho mundo están terminantemente prohibidos.

  Echemos mano a la historia. En efecto, la quema de libros no es solo una mera invención de Ray Bradbury. Ya se quemaban libros en la época de la Inquisición. La Alemania Nazi también quemó libros, y el Chile de Pinochet. Pero no hace falta fuego necesariamente para quemar libros. Si no se leen estos, ¿qué más da que los quememos o no? El efecto es el mismo. Puede que esté exagerando, pero... ¿acaso la sociedad descrita en esta novela, una sociedad a la que no le gusta pensar y que es "feliz" con los vicios y la manipulación que el "Gran Hermano" nos proporciona, no es muy parecida a la actual? Y es que estamos más pendientes de la televisión y el fútbol que de nuestros propios derechos. "La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y da poco"

          Con estas últimas palabras, Bradbury, allá en 1954, describía con total precisión uno de nuestros principales males sociales. Pienso que si Karl Marx hubiese nacido en este tiempo, hubiese cambiado "religión" por "televisión", en su celebérrima frase "La religión es el opio del pueblo" Y bien, ¿quién nos suministra este "opio"? Las altas esferas, el "Gran Hermano", por llamarlo así. ¿Por qué? Porque les interesa, y mucho. Les interesa que seamos tontos, ingenuos y "felices", como en el país de Montag. Les conviene llenarnos la mente de porquería e inculcarnos objetivos vacíos. ¿Por qué no nos inculcan el desarrollar nuestro pensamiento y sabiduría y a no estar sometidos a la manipulación? Porque esto último sería un grave peligro para el sistema económico en el que vivimos. Bueno, y social, no les conviene (me repito como un loro) que haya una revolución, les es más cómodo seguir con el culo pegado a la silla sin hacer nada.

            Y es que, leer está mal visto, al menos, por la juventud de ahora, MI juventud. Y no quiero venir aquí de "sabiondo", soy el primero que sabe que debe y puede leer más (a veces me maldigo por ello), pero, hace unos días, iba comentando con un compañero en los pasillos del instituto otra de las grandes distopías del siglo XX: 1984; y me llamó la atención que varias personas me mirasen de repente como si fuese subnormal. En ese momento no me pude sentir más identificado con Clarisse, aquella niña que estaba "zumbada" (adorable a mi parecer), pero que hizo que Montag se replantease la vida.

Montag, al final del la obra, hace una bonita reflexión basándose en la figura de su abuelo: "Cuando alguien muere, debe dejar algo tras él". Pero no se qué dejará mi generación, si vivimos en un infierno del conformismo, sin ninguna inquietud que nos "realice" como personas, simplemente pendientes del amplio catálogo de basura televisiva o de la misma bazofia viral que circula por Whatsapp. En cierto modo, Fahrenheit 451 es una alegoría de nuestra sociedad, con la única diferencia de que nosotros somos más eficientes y nos ahorramos el trabajo de quemar los libros, simplemente no los leemos. Podríamos llamarlo un genocidio silencioso de la cultura.
                        
Si 1984 es la distopía que podría hacerse realidad en un futuro,Fahrenheit 451 es la distopía que, en cierto modo, ya es realidad. Sin embargo, hay una gran diferencia: y es que si 1984 es totalmente trágica, Fahrenheit 451 da lugar a un ápice de esperanza. Aunque hayamos pasado de largo de los libros durante siglos, aunque el ser humano no aprenda de los errores de la Humanidad y aunque vayamos camino de cometer los mismos errores que cometieron Hitler o Napoleón... ¿Habrá algún día, en el que el ser humano, se ponga a leer seriamente, reflexione, y nunca más se cometan estos errores ya cometidos anteriormente? Pero en fin, Manuel Azaña dijo todo lo que acabo de decir yo sin tener que extenderse tanto: "En España, la mejor forma de guardar un secreto, es escribir un libro" 

             En conclusión, aquí somos más eficientes y no nos hace falta quemar libros. Ah, y también nos gusta mucho escribir en el papel pautado (a saber por quién). Quizás deberíamos aprender de Juan Ramón Jiménez. Él le daba la vuelta.


                                         
                                                Esta es la cita que prologa "Fahrenheit 451"


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